Gobernar las almas
Jornadas de Esquizoanálisis
Montevideo, 10 de diciembre 2011
No fue menor mi sorpresa cuando recibí la noticia de que estaba en marcha un Programa Nacional de Salud mental.Podría haber tomado esta iniciativa como algo auspicioso. Como un intento de pasar a la esfera de lo público y aún más a la esfera del orden del Estado un proyecto que contemplara un aspecto de la vida de los sujetos, la vida subjetiva podríamos decir, de los sujetos que habitamos este territorio. Entonces bien, digo vida subjetiva y no salud mental. Quizás allí este mi primer desencuentro.
Nombrarlo Programa Nacional de salud Mental, parece ya indicar el sesgo por el cual ese proyecto tiene su concepción enraizada claramente en el campo de la Medicina. Se me podrá decir que el concepto de salud mental es mucho más amplio, que no queda restringido al área de los médicos y seguramente es un punto a debatir.
Pero si lo planteo de este modo, terminante, es precisamente por la confección del programa. Allí vemos claramente no sólo la hegemonía de la Medicina en su entramado sino, aún más, un cierto tipo de saber médico. No cualquiera. Sabemos que el saber médico ha tenido y tiene en su acervo una rica tradición de desarrollo donde la dimensión sintomática está plenamente inmersa en los signos que delimitan las épocas, los territorios, las diferentes lenguas, y en ese sentido, hacen del acto clínico un verdadero crisol de culturas. No es éste el saber médico que parece desplegarse en el mentado plan. La austeridad del programa parece estar regida por una lógica de la eficacia; una eficacia que apunta a un horizonte de rendimiento económico. Las clasificaciones, y aún más la prioridades parecen ser concisas, claras, no dejando espacio para situaciones que por su complejidad, sean inclasificables. El entramado de los ítems del plan nos deja sin mucha alternativa que abra algún tipo de problematicidad sino más bien parece llevar al lector a quedar en una obediencia a un plan que se debe cumplir como parte de una estrategia que pretende generar la ilusión de algo colmado. La salud mental en el territorio nacional está cubierta, sin excepciones, en todas las situaciones, teniendo en cuenta las más urgentes hasta aquellas que apunten a la regulación social, a la estabilidad de los agentes sociales, aquella que apunten a una armonía, sobretodo si tiene que ver con los párvulos. La manera de plantear ese abordaje que podría llamar bio-social trasunta un proceder gerencial. La salud mental como una empresa que habría que gerenciar eficazmente: comités de recepción, delimitación de los disturbios más severos, la obediencia de los llamados usuarios a cumplir con los horarios asignados, los técnicos deben tener una formación garantizada, incluso si tienen grifa mucho mejor y finalmente, al acto clínico se lo denomina, prestación. De este modo, no sabemos si estamos en la esfera de la atención hospitalaria, o comunitaria o si estamos en un establecimiento público que ofrece objetos de consumo de uso masivo. ¿A la manera de un Shopping? ¿O de un World Trade Center? ¿Entonces bien? ¿Es este deslizamiento en los términos utilizados un modo de revelar el tipo de saber que sustenta este proyecto? Entiendo que sí, y no veo otro modo de llamarlo que no sea del orden del biopoder, a la manera en como lo definió MichelFoucault, a saber: “ biopoder como el conjunto de mecanismos por los cuales, eso que en la especie humana constituyen sus rasgos biológicos fundamentales va a poder entrar en el interior de una política, de una estrategia política”[1].
Quizás en esto se acerque entonces a lo que podría llamar, una medicina internacionalizada. ¿De qué modo? Internacionalizada en el entendido de un horizonte de estándares que parecen regir a la aldea global, así, en una pretendida totalidad. El lenguaje conceptual parece provenir de las últimas clasificaciones internacionales: trastorno bipolar grave, F20 o F 31; trastornos del espectro autista;usuarios con trastornos mentales severos.
La posición enunciativa habla por si sola. Hay patologías, ellas están bien delimitadas y están descritas por los manuales que circulan a lo largo y a lo ancho del planeta.
Se parte entonces de un hacer homogéneo aquello de las situaciones humanas, o más bien, aquello de la construcción de subjetividades que siempre son diversas, dispares en su constitución. No hay dos situaciones idénticas, no hay posibilidad de unificarlas si se entiende la peripecia subjetiva como un entramado discursivo. Si la subjetividad es nómade en tanto territorial, en tanto transportada por aconteceres que siempre están a punto de suceder, entonces, allí no hay lugar para la unificación simplificante. La subjetividad entonces, entiendo, se construye en ese microclima social que resiste a cualquier pretensión de regulación, de ordenamiento territorial que no respete el que la propia subjetividad social produce. Los manuales internacionales de psiquiatría borran de un plumazo la compleja trama geográfica de los territorios nacionales, o más bien la soberanía de los grupos que parecen tener un decir propio. Grupos que en su accionar producen lenguas menores, códigos, signos que ni siquiera aparecen en los glosarios. Lenguas de los regionalismos, que revelan las particularidades históricas de una región, de una tribu, de un agrupamiento barrial. Partir entonces del estándar internacional parece entonces apuntar a otro horizonte. Un horizonte que parece aspirar, aún sin saberlo a regular las tensiones de la vida social. La prioridad es el número, el número promedial, y en ese movimiento se pretende hacer justicia. La justicia social de la mano del estándar promedial. Se acoge el acontecer para pulirlo, para adecuarlo a lo que las mayorías estadísticas esperan. Una norma numérica. Importa más lo que marca la estadística que la particularidad de la situación en juego en su más pura intensidad.
En ese sentido entiendo que el Plan Nacional de Salud Mental parece dar prioridad a un grupo en particular, el de la llamada minoridad problemática. Situación no menor en la cual todos estamos de algún modo concernidos. Situación ésta que consume a cualquier institución que pretenda “salvaguardar” a las generaciones venideras. Pero ¿a qué llamaría minoridad problemática? ya que no está planteado en esos términos en el plan. Si lo digo así es porque está en el aire de lo que parece querer circunscribir el programa. Resulta, a mi entender interesante este sesgo particular del plan ya que parece revelar que el panorama social de nuestro país ha cambiado notoriamente.
El plan parece describir implícitamente, una cierta figura de la infancia e incluso de la juventud que ya no respondería a los valores de una supuesta clase media, valores que adscribirían a los emblemas de una nacionalidad signada por los marcas de la educación primaria. Encuentro entonces interesante que eso no se explicita de ese modo, sino que se dice por la preeminencia dada a los agentes de la educación formal. Estos tienen prioridad en el plan.
En el mismo acto, el plan parece decir que algo de esa minoridad quedó desanudada de la apuesta educacional institucionalizada, y que la alternativa sería reintegrarla a ese cuerpo formativo.
Entonces una de las vías privilegiadas es la atención a los docentes, a las cuidadoras de la primera infancia, a los maestros.
Surge una pregunta pues ¿es esta preocupación un modo de caer en la cuenta que esa minoridad ya no es ésa, que se definía en otra época en términos de la “buena educación”, del barniz intelectual que nos asemejaba a Europa, de una cierta jactancia provinciana que bajo el manto de una supuesta humildad pretendía mostrarse orgullosa como nación ilustrada?
¿Será ese énfasis a la educación formal un nuevo modo de instalar una pastoral? Pastoral de encausar a las ovejas descarriadas…
¿Cómo llamar a esa juventud ingobernable? ¿La de la cultura plancha?…¿ o como los llama Pasolini?: i ragazzi di vita?
Finalmente esos jóvenes, desclasados, desclasificados ¿no revelan una verdad que el sistema económico produce día a día? El capitalismo parece moverse en la esfera de ese excedente de la producción. De ese plus de valor. Entonces: esos maleantes, esos rastrilladores, ¿no se apropian de ese excedente, de modo absolutamente arbitrario, quedándose con un pequeño trozo de eso que la sociedad ofrece como parte maldita[2], al decir de Georges Bataille, objeto de consumo, emblema de poder, ese objeto que es gasto superfluo. En ese instante, con el objeto maldito en sus manos, recrean la ilusión que son detentadores de un poder omnipresente.
De un modo terminante diré que este Programa Nacionalsustenta una concepción del trato a salud mental que está sostenida, a mi entender. en tres palabras que conllevan consigo un modo de entender el quehacer colectivo.
Estas tres palabras son: poblaciones objetivo; estudio epidemiológico y por último monitoreo.
Partiré de este último ya que entiendo es capital para la comprensión de toda una estrategia. Descriptivamente el plan se despliega en todo su esplendor en el desarrollo de los distintos abordajes, pero al final del mismo, en unas pocas páginas que aparecen casi como una formalidad administrativa se hace saber a las instituciones que hagan las prestaciones que estarán obligadas a suministrar la información que se les solicite.
Cito: Enviará la información que se le solicite [esto puesto en negrita] por parte del organismo rector a los efectos de realizar la evaluación permanente de esta prestación. Trimestralmente el Sistema Nacional de Información (SINAD) deberá recibir la planilla electrónica correspondiente”.[3]
Entiendo que también aquí, los términos hablan por sí solos: enviará la información que se le solicite, Sistema Nacional de Información, monitoreo.
Hay una clara voluntad de saber. Hay policía de la información. Hay un centro estatal de información que recaba datos. ¿Qué tipo de datos? Administrativos…como contralor de las prestaciones. Allí surgen otros términos: tener indicadores de calidad, encuestas de satisfacción, y además…evaluación de resultados. ¿no es éste entonces un dispositivo paranoizante? Todos los que brinden ese servicio estarán evaluados en los resultados. Eso ¿no produce efectos subjetivos, en los clínicos que realizan la labor? ¿eso no atraviesa el acto clínico? cuando el acto clínico no es una mera radiografía sino que la estopa con la que trabajará será los procesos subjetivos de la población
Y doy un paso más…si se dice brindará la información que se le solicite, llegado el caso, si se tratase de un caso de notoriedad mediática,¿ se pedirá también la historia clínica? Si fuera el caso, diría entonces que el plan se convertiría decididamente en un gobierno de las almas.
Monitoreo dice el último capítulo del plan. Esta palabra, a mi entender, parece signar todo el plan. Monitorear es finalmente, instalar un ojo que mira.
Entonces el término monitoreo, va junto al de estudio epidemiológico y el de población-objetivo.
El término población-objetivo no es anodino, no es una mera denominación sino que es el término que Foucault señala como pieza clave de una estrategia política del capitalismo. La idea de población se inscribe en lo que Foucault define como modo de captación del Estado de las fuerzas productivas de una nación. En su seminario Seguridad, territorio, población, Foucault analizará cómo el sistema capitalista supo captar la importancia de que esa fuerza productiva que es llamada población, es un capital humanoimprescindible para que el sistema funcione, para que rinda a la velocidad de estos tiempos. Las poblaciones, en tanto capital humano están compuestas de elementos innatos y otros adquiridos. De allí la necesaria investigación de los elementos que le dan forma. El capitalismo está abocado al estudio de la genética ya que el mejoramiento del capital humano de los individuos dará seres más aptos.
Del mismo modo, los llamados elementos adquiridos. La psicología, entre otras disciplinas se ha encargado de brindar los elementos suficientes en cuanto a las adquisiciones necesarias del material humano. Miren cómo le dice Foucault en el Nacimiento de la biopolítica: “Se sabe perfectamente que la cantidad de horas pasadas por una madre de familia junto a su hijo, cuando éste aún está en la cuna, serían muy importantes para la constitución de una idoneidad-máquina, o si se quiere de un capital humano y que el niño tendrá mucha más capacidad de adaptación si, en efecto, sus padres le han dedicado una cantidad de horas considerables”[4].
Al mismo tiempo, ese llamado monitoreo del plan será utilizado para hacer estudios epidemiológicos. Estos son estudios de investigación médica, que generalmente intentan medir las “perturbaciones” que una población puede tener. El estudio pretende buscar las causas de mal extendido en la población. Muchas veces los mismos se apoyan en el cálculo estadístico. La así llamada epidemiología, busca identificar el mal que se expande, que insiste de población en población, o en una franja etaria, o en algún sector en particular de la sociedad. Entonces ¿es equiparable el estudio que se pueda hacer en relación a una enfermedad de tipo virósica que los males que puedan aquejar las almas de los sujetos?
Si la llamada salud mental pasa a ser parte integrante, incluso, parte esencial de la salud en su conjunto, entonces ¿se exigirá en un futuro mediato el diagnóstico psicológico a los ciudadanos que tengan el carné de salud? ¿Se evaluará psicológicamente a cada individuo para habilitarlo al mercado laboral? Si fuera el caso, el plan sería pura y simplemente un gobierno de las almas.
Si hay alguien que llamó la atención sobre este asunto fue Gilles Deleuze en su libro Conversaciones. Deleuze,haciendo referencia a los estudios de Foucault analizará el cambio de las sociedades disciplinarias a las sociedades de control. Allí dice: “Las sociedades de control están sustituyendo a las sociedades disciplinarias. “Control” es el nombre propuesto por Burroughs para designar al nuevo monstruo que Foucault reconoció como nuestro futuro inmediato”.[5]
Entiendo que terminar mi texto con esta cita no es apocalíptico sino que parece ser corolario de lo que las palabras del programa revelan sin ningún tipo de pudor.
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[1] Michel Foucault, Sécurité, Territoire, Population. Cours au College de France, 1977-1978
Hautes Études. Gallimard, Seuil. p.3
[2] Georges Bataille, La Part maudite. Oeuvres Completes VII. Gallimard
[3] Programa Nacional de Salud Mental. Plan de Implementación de Prestaciones en Salud Mental en el Sistema Nacional Integrado de Salud. p.26
[4] Michel Foucault; Nacimiento de la biopolítica. Curso en el Colegio de Francia, 1978-79. p.270
[5] Gilles Deleuze; Post-scriptum sobre Las sociedades de control en Conversaciones. Pre-textos p.5
CENTRO FÉLIX GUATTARI
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